9/22/2008

Festival MAPA 2008, viernes 19 de septiembre


Festival MAPA 2008, viernes 19 de septiembre

El sábado 19 de septiembre se estrena la quinta edición del festival MAPA. Tras una visita a las instalaciones de Nilo Gallego, Noemí Fidalgo y Raquel Sakristán, llega el plato fuerte de la noche: la presentación de “Experiencias con un desconocido show” de Sonia Gómez. Para quien no lo sepa, hace un par de años Sonia Gómez comenzó a trabajar en un proyecto denominado “Experiencias con un desconocido”. En él invitaba a extraños a ponerse en contacto con ella por Internet y, siguiendo el patrón de las meretrices, ofrecía sus servicios a estos desconocidos que pasaban a llamarse clientes. Sin embargo los servicios que ofrecía no eran sexuales sino performáticos, tal y como se detalla en su web http://www.soniagomez.com/. A lo largo de estos dos años Sonia ha incorporado estos clientes en sus actuaciones. Pudimos ver una performance con su cliente Francesco (entrañable pero bastante caótica) en el festival La Porta 2007 o la participación del idiosincrático Enric en su Binomi junto a Txell Miras en el CaixaFòrum. El espectáculo de una hora que se presentaba ayer constituía la culminación de este proyecto.

Recordemos ahora las bases del lenguaje escénico de Sonia Gómez. Se trata de un amalgama de danza, texto y vídeo con una estética muy cuidada que gira siempre alrededor de material autobiográfico. Además del guión establecido, Sonia es una performer con chispa que a menudo se lanza en osadas improvisaciones que destacan como lo mejor de sus piezas. En este sentido, somos muchos los que hemos mencionado alguna vez que a Sonia no le hace falta más que un micro y un taburete, porque si se lo propusiese podría reinar dentro del género anglosajón de las stand-up comedies.

Mencionaré también lo que yo considero algunos puntos débiles en sus propuestas escénicas. Para empezar sus piezas adolecen a menudo de una estructura frágil y dispersa. En segundo lugar, la variedad de lenguajes (vídeo, danza, texto) genera a veces una cierta sensación de incoherencia. Finalmente, y como ya he escrito en algún sitio, la estética que emplea produce en mí un efecto ambiguo. Por un lado me deslumbra por el goce visual que produce, pero por el otro me incomoda porque, si la estética implica una ética, esta estética fashion me remite a la ética de yeso de las revistas de tendencias. Debo subrayar que este último aspecto es extremadamente personal y deriva de mi relación particular con el mundo del estilismo.

Tras este larguísimo prolegómeno, analicemos Experiencias con un desconocido show. La primera virtud que salta a la vista es la vuelta de tuerca que Sonia Gómez le da al material autobiográfico. En una generación donde este material se emplea con frecuencia, las posibilidades que ofrece a menudo parecen agotadas. Sí, todos tuvimos un gran amigo en la escuela y un primer desengaño amoroso. Pero aquí la performer trabaja con un material autobiográfico hecho a medida, creado para la ocasión. Ha provocado ciertas vivencias con el fin de trasladarlas al escenario y esto de por si es un hecho insólito que crea una situación muy especial.

Lo siguiente que cabe destacar es que el lenguaje escénico de Sonia ha madurado. Ya no encontramos ni una estructura frágil ni ciertos sobresaltos al entrelazar texto, vídeo y danza. Y, oh sorpresa, tampoco hallamos las improvisaciones que resultaban tan características de su trabajo. Antes mencionamos que estas improvisaciones a menudo eran lo mejor de la pieza, ¿hemos perdido algo importante?

Parece al revés que hemos ganado porque, aunque estas improvisaciones resultaban muy divertidas, en cierta medida disipaban la concentración y boicoteaban la estructura de la pieza. Tengo la intuición de que si la dramaturgia parece ahora mucho más sólida, se debe precisamente a la ausencia de las mismas. ¿Quién nos iba a decir que para mejorar estas obras había que eliminar precisamente lo que nos gustaba más?

Si a veces su estética me producía un cierto rechazo personal, aquí puedo admirar sus cambios de vestuario sin problema ninguno. Esto se debe al contenido de la pieza, que contrasta con obras anteriores como Bass o Natural 2, que en comparación parecen ahora flojas e insustanciales. Y es que aquí hay chicha. En primer lugar están las implicaciones teóricas de estas experiencias. En vez de vivir para ver y luego contar lo vivido, Sonia ha vivido para mostrar. Esto suscita cuestiones que en algún momento alguien debe desarrollar y discutir.

Por otro lado está el discurso sobre el género, ya que los clientes de Sonia sólo son varones. Surge una subjetividad dentro de la feminidad que genera un enérgico modelo positivo, poderoso pero no invulnerable, a la vez que “feminiza” los patrones masculinos sin caer en la parodia sino, al revés, enriqueciéndolos. También hay momentos de notable erotismo.

Finalmente, aunque a veces utiliza una estética televisiva, aprovecha este barniz sin caer en absoluto en un discurso hueco. El espectáculo está colmado de referencias, de juegos escénicos eficaces, hilvana con pericia tramas narrativas.

Y dejo de escribir por puro aburrimiento, porque podría extenderme sobre otros muchos aciertos de esta pieza.

Para moderar mi entusiasmo y evitar que las expectativas se disparen fuera de toda medida, cabe apuntar pequeños titubeos que deberán limarse y un cierto abuso del vídeo (por otra parte de excelente calidad, siempre a cargo de Txalo Toloza-Fernández).

Pero son detalles dentro de una pieza muy conseguida y de fácil acceso, que no sólo representa un éxito por si sola, sino que constituye un avance y un mojón dentro de la evolución artística de la coreógrafa.

A continuación asistimos a la presentación del proyecto sonoro de La Sonidera. Se trata de una propuesta que mezcla narrativa con el uso de objetos y música concreta. La función parece el resultado de un proceso serio pero de breve duración y ciertos pasajes se tambalean. Aunque eso se puede resolver con más trabajo, señalo un aspecto problemático de la combinación de objetos con narrativa. Cuando los objetos se emplean para ilustrar la narración (por ejemplo, se menciona que un personaje imaginario orina y la intérprete vierte una jarra de agua en el suelo), la acción simplemente reitera de forma muy clara el significado del texto. La interpretación resulta tan evidente que el espectador no debe hacer esfuerzo alguno y eso le quita mucho interés a la experiencia. Es algo muy difícil de resolver, porque con los objetos es fácil irse al extremo contrario y emplear el elemento de una forma que resulte totalmente opaca, sin que se entienda la relación entre la acción y la narrativa. Es un problema al que estoy intentando encontrar una solución en mis investigaciones personales, sin mucha suerte por ahora. De todas maneras, se trata de un género que está ciertamente marginado dentro del discurso teatral, así que agradezco con vehemencia que La Sonidera lo recupere.

Quim Pujol.

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