Fastitis N2 (I)

Bajaba tan contenta por el patio de butacas de la sala Ovidi Montlló, cuando en un salto exagerado y temerario me lancé a una piscina sin agua, es decir, un pasillo. Seguí el espectáculo porque no sabía realmente qué me habia hecho. Notaba el pie flojillo, pero podía apoyarlo, sin hacer mucha fuerza, sin poner peso. Cuando llegó el momento del baile 1 hice la improvisación con muchas patas cojas, jugaba con ello, aunque al mismo tiempo controlaba y me daba cuenta que realmente me había hecho daño, pero aún sin saber la magnitud de la tragedía. Llegó el baile 2, con los tacones y la locura discotequera, ahí ya era consciente, el pie me dolía y bailé con la cabeza y en algunos momentos con lo que podía. Gritaba porque en esa escena me gusta hacerlo, pero creo que el grito era de rabia. Acabé el espectáculo bastante bien. Después me fui a casa cojeando y me puse hielo y descansé. A las 4 de madrugada aún no dormía, ya no podía mover el pie. Lloré una hora, David leía poemas para calmarme, al final, me quedé dormida.Al despertar fui al baño, podía apoyar el pie más o menos, pero al volver, depués de veinte pasos y poner el pie en alto, éste se calentó rápidamente y despúes era imposible ponerlo en el suelo. Lloré otra vez. Tenía la sensación que si ponía peso lo que estaba ocurriendo dentro del pie iba a empeorar.Fui al Clínico, en el camino vi las banderolas del espectáculo colgadas en las calles. Después de cuatro horas el traumatólogo me explicó lo qué me pasaba. Fascitis, inflamación de la bolsa que recubre la musculatura. Diagnóstico: REPOSO + HIELO durante una semana. Yo le expliqué lo del espectáculo y el me dijo: -Bajo tu responsabilidad puedes seguir esta noche y mañana, pero yo no te lo aconsejo. Es una lesión que se puede hacer crónica y en consecuencia perder la movilidad en el pie. Y claro, yo había notado eso mismo por la mañana, mi cabeza sabía que no podía apoyar la planta, pensar en ello me producía sufrimiento. El cerebro estaba conectado con el cuerpo, me había dicho mucho antes de hablar con el médico lo que tenía y lo que no debía hacer. Salí del hospital. En el viaje de vuelta volví a ver las banderolas, yo con el pavo y mi cabeza que ya había entendido que no podía hacer el espectáculo.Y aquí estoy. En la cama, en casa, pidiendo a David que me traiga esto y lo otro. Hablando sin parar por teléfono. Mirando internet. Trabajando en la página web y en el blog. Pensado en mi pie izquierdo. Y en todos vosotros. Queridos…